Mensaje de la FASIPP por el "Dia Nacional del Policía"

fasipp 19abr22

La conmemoración de hoy, nos convoca a reflexionar acerca del nuevo paradigma del policía y de las fuerzas de seguridad. Es un día para celebrar con orgullo lo que fuimos y lo que somos, lo que significamos para una sociedad y la institución a la que pertenecemos, y sobre todo, correr el velo acerca de la política de seguridad de nuestros respectivos gobiernos.

Por Lic. Luis Alberto Miranda (*)

Reconocemos que ser policía, es una labor abnegada, comprometida, no exenta de dificultades, de adversidades, llegando a poner en peligro, en no pocas ocasiones, la integridad personal de quienes abrazaron esta profesión. La labor desempeñada por los distintos cuerpos policiales y de seguridad, conlleva riesgos y peligros al constituir el primer eslabón en la defensa de la seguridad ciudadana, el combate del crimen y la delincuencia, para la construcción y mantenimiento de una sociedad en paz.

“Policía”, del latín politia, “buen orden en la ciudad”, significa, primero, la memoria de una institución que nació del pueblo, para servir al pueblo, y que muchas veces fue empleada para reprimir a ese propio pueblo que la gestó. Ahora en la construcción de una patria agrietada y que lucha por sostenerse, la Policía debe volver a sus orígenes de fraternidad, para que nunca más los ciudadanos tengan temor; y muy por el contrario, sepan que tienen en el policía, un incondicional aliado en la búsqueda del bienestar individual y social, del bien común. Su origen popular contradice, a veces, con el tipo de estructura militar que nos dieron, porque el Policía, siempre en contacto con la comunidad, es una especie de puente entre las fuerzas del orden y la ciudadanía.

Hoy es día de homenajes y el mejor de ellos es el reconocimiento y consideración de la sociedad argentina, el cual, lamentablemente, está ausente en los portales de noticias, en las redes, en los actos oficiales, etc.

Sin embargo, es nuestro deber recordar a todos los policías fallecidos en acto de servicio, incluidos poro el Covid-19, y en la defensa de los derechos, de la salud y de la vida de nuestros semejantes, así como a sus seres queridos, por su comprensión, por su apoyo constante y generoso; verdaderos mártires de este servicio público que realizan a diario, en cada instante, en escenarios y situaciones diversas y dispares, para que sus muertes no hayan sido en vano…

Hoy también es un día que induce a la reflexión: no cabe duda de que tenemos una sueño: ser Policías de vanguardia, con derechos humanos como cualquier otro trabajador, modernos, con recursos aptos para responder con solvencia, con salarios dignos que nos permitan un ascenso y movilidad social, que nos permitan crecer y ofrecer mejores oportunidades a nuestros hijos y familiares... De allí nace la necesidad de mantener viva la implementación de nuevas políticas y modelos de gestión, que haga la labor más eficaz si cabe, que permita una mejor redistribución y organización de servicios, y por ende, de mejoras cotas o niveles de seguridad para nuestras comunidades, para el Estado.

En ese contexto, hacemos una reflexión y exhortamos a nuestros gobernantes a dignificar esta profesión: ya no caben dudas que para tener ciudades más seguras, deberían empezar por dignificar a nuestros policías, otorgándoles partidas presupuestarias al Rubro “Seguridad” acordes a la importancia que declaman y exigen. La experiencia de otras latitudes, nos ha demostrado que mejoras en la eficiencia y efectividad de las policías han contribuido en el corto plazo a la reducción de índices de violencia.

Para dignificar esta profesión; sus hombres y mujeres deben tener salarios dignos y decentes, condiciones óptimas de sus lugares de trabajo; instituciones gremiales que defiendan sus derechos, y un proceso de desmilitarización, profesionalización, modernización y humanización de sus labores acorde a estos tiempos, dejando de lado viejos modelos propios del siglo XIX.
Lejos de ello, la realidad nos dice, que nuestras policías son de las instituciones más rezagadas, con asimetrías salariales que vulneran el derecho constitucional de percibir iguales salarios por iguales trabajos (Art. 14 Bis CN), bajo el argumento de las autonomías provinciales, creando diferencias odiosas e injustas, entre trabajadores de igual jerarquía, a pesar de ser la entidad que más presente está en la vida cotidiana de los ciudadanos.

También debemos realizar autocríticas: los cuerpos policiales en nuestra región comparten problemas comunes: los casos, aislados, de corrupción policial, tácticas policiales controversiales, con acciones reactivas más que preventivas y la falta de mecanismos efectivos de rendición de cuentas son problemas endémicos que tienen un efecto demoledor en la confianza de la sociedad en la policía, con el consecuente deterioro de la seguridad pública y la pérdida de credibilidad en sus instituciones.

A todo lo anterior se suma las grandes carencias de la policía-institución: falta de recursos humanos calificados, malas condiciones laborales, inadecuado equipamiento para poder llevar a cabo su labor, currículas dispersas y tiempos disímiles de sus centros de formación del personal, etc., que otorgan ventajas al mundo del delito. Estas condiciones a su vez afectan la eficacia de la acción policial, generan desconfianza en los ciudadanos y aumentan la percepción de inseguridad y por ende, fomentan el incremento exponencial de la delincuencia y de los que “viven del delito”.

Estudios recientes demuestran que a mayores niveles de inseguridad, menor disposición del ciudadano a valorar el trabajo policial y colaborar con la misma. Esto, por supuesto, empeora aún más el problema.

Todo este cóctel nos dice que la inseguridad está a la cabeza de las demandas de nuestra población; que la desconfianza de la gente en su policía es muy elevada; que la comunidad y sus instituciones demandan un cambio, una reforma…

Es por eso que la Reforma Policial debe ser vista como una parte esencial de la agenda que promueve el Estado de Derecho. A veces, las reformas fracasan por falta de apoyo político, o por falta de recursos, A veces, por resistencias internas al cambio. Pero es equivocado plantear una reforma policial solo en términos de más recursos, o exclusivamente aumentar el número de policías o mejorar su equipamiento.

Apostamos a una policía que no solo busque reducir los índices de criminalidad, de delitos y de violencia. Necesitamos una policía en la cual confiar, que conecte y trabaje con la ciudadanía, y que rinda cuentas ante ella misma y ante la sociedad, con una comunicación policial proactiva, transparente y, sobre todo, responsable para cerrar la brecha entre “estar” y “sentirse” seguro.

El primer elemento es el apoyo político constante al más alto nivel, que pueda construir un consenso ciudadano sobre qué tipo de policía quiere una sociedad. Debe ir acompañado por un liderazgo dentro de los rangos policiales, ya que lo que cambia la cultura policial es el liderazgo interno: líderes que compartan la misma visión de reforma, y sientan la misma urgencia. Las reformas tienen mayores probabilidades de éxito cuando coincide simultáneamente el apoyo político externo, y la decisión de reforma por parte de líderes dentro de la institución.

La columna vertebral para una buena reforma policial, es su capital humano. Una sociedad tiene que invertir en sus policías. Demostrarles que son valoradas, que nos importa su propia seguridad, sus condiciones laborales, y sus carreras, que no desempañan un simple oficio, sino una verdadera profesión.

Finalmente, es necesario tener efectivos mecanismos de rendición de cuentas policial. Rendición de cuentas sobre el uso de recursos, rendición de cuentas sobre sus procedimientos y sus resultados. Como sabemos, las policías tienen como misión no solo prevenir y controlar la delincuencia. Deben proteger a las personas. Su objetivo central es estar al servicio de la comunidad y por lo tanto su labor debería ser sujeta a supervisión.

No podemos soslayar, el rol de la mujer en las instituciones policiales y de seguridad: hoy, la Policía cuenta con la contribución de valiosas mujeres, que decidieron aportar, en igual de condiciones y aspiraciones, con el valor de su condición de madres, esposas, compañeras y hermanas para levantar un nuevo estandarte de dignidad. A ellas nuestro saludo y congratulaciones por ser mujeres-policías, profesionales y fieles al destino que el país exige y demanda.

Concluyo este mensaje, diciéndoles que cada vez es más difícil ser policía, y mucho más, ser buen policía… No debemos olvidar que para ser buen policía hay que ser buena persona, lo cual se hace extensivo a los políticos, funcionarios y gobernantes…

Pero, ¿saben una cosa? El final siempre es el mismo, tiene el mismo dibujo: el policía auxiliando al ciudadano, el policía previniendo el delito, el policía esforzándose en su investigación, el policía manteniendo el orden y la seguridad pública y el delincuente, entrando y saliendo, como por una puerta giratoria…

Sin embargo, hay una esperanza, una gran esperanza: son ustedes jóvenes que se incorporan a la Policía, civiles, parte del pueblo y como tal, servidores públicos, quizá los de mayor sacrificio, quienes deberán velar por un ejercicio pulcro y honesto en cada lugar en el que la vida demande de su sacrificio.

Para los que ya tienen cierto tiempo de ejercicio de esta profesión, les digo que ustedes, hombres y mujeres policías y de las fuerzas de seguridad en actividad, serán custodios de las conquistas sociales y derechos laborales, en especial, de nuestra sindicalización; ustedes serán guardianes de las decisiones ciudadanas, ustedes serán, en definitiva, portadores de la voluntad de un pueblo que está dispuesto a transformar la patria y así compartir los frutos de una convivencia fraterna y entrañable.
La patria nueva demanda de todos los actores sociales, el compromiso para transformar, día a día, las estructuras caducas que nos han inmovilizado.

Finalmente, quiero felicitar a cada policía, a cada gendarme, prefecto y policía aeroportuario y federal y a esos padres y madres de familia, que con su sacrificio anónimo, cotidiano, nos dan cada año a sus hijos; y quiero felicitarlos a ustedes, compañeros, camaradas, subalternos y superiores, por haber elegido la mejor profesión que un ser humano puede aspirar: SER POLICÍA...

Dios los bendiga y proteja.

(*) Secretario General de la Federación Argetina de Sindicatos Policiales y Penitenciarios (FASIPP)

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